Peliaguda palabra la que descubrí ayer.
Cuanto leí sobre ella, cuanto mis amigos me hablaron sobre sexo.
¿Quién lo denominaría sexo por primera vez?
Pero aun después de tanta información, no
acabo de dilucidar hasta donde llega en mi vida esta mágica palabra.
Nunca copule sin conocimiento, nunca tuve
sexo por placer. Cuantas historias se pueden contar, sin llamarlo sexo.
Yo además de denominarlo así, le hubiera
puesto algunos otros nombres, como por ejemplo “Fragua”.
¿Por qué?
Porque fragua es la calidez, de nuestros
cuerpos abrazados dándose placer. Es el punto donde juntos, insuflamos oxígeno
para llegar a una buena combustión.
Llamémoslo “Colchón”, porque no. Todos
sabemos que en un lance de desenfreno, nuestros cuerpos amortiguan nuestros
envites, haciéndolos tan delicados como el aterrizaje en un colchón.
Podemos llamarlo “Elasticidad”, pues es el
punto hasta donde nuestros músculos se estiran, sintiendo placer sin llegar a
descoyuntarse.
Pero de todas las palabras conque yo lo
denominaría, la que más me gusta es “Eclosión”, y alguien me preguntará ¿Por
qué?
No se otros que pensarán, pero yo cuando me determino en el juego amoroso. Me siento metido en una burbuja de cristal junto a ella, donde nada nos interfiere, donde nos sentimos como en el vientre materno, donde no llega a nosotros nada que no sea nuestro propio sonido, nuestro olor, nuestra luz… y que cuando esto llega al momento más sublime, nos sentimos eclosionar, saliendo de un cascaron como fuegos artificiales, adornados de coloridas estrellas.
Por eso yo no doy sexo por sexo, intento dar
sexo por color.
Nadavepo.