Damas y caballeros, ni
yo mismo alcanzo a creer lo que en estas líneas os voy a narrar… pero con la
mano en el corazón os digo que no fue un sueño, que todo lo que cuento en estas
líneas sucedió.
Sorpresa monumental me
lleve, cuando caminando por la playa al rodear unas rocas la encontré…
espejismo o lo que mis ojos dilucidaban era real, por un momento la quise tocar
para ver si era de carne y hueso o estaba hecha de espuma blanca de ese
precioso mar.
¿Cómo llamar su
atención? Me pregunte, y pensé en hacer ante ella un castillo de arena guardado
por caballitos de mar con almenas de coral y flujos de brisa marina que la
pudieran acariciar. La quería impresionar mientras ella ignorándome con sus
pechos desnudos se dirigió hacia la mar.
Cuando hubo refrescado
su cuerpo, salió hacia fuera mientras las pequeñas olas reflejaban su intenso
bronceado… y yo quedaba pasmado mientras observaba la escena bajo el yugo del
calor.
No sé si el sol
tostaba mis neuronas o era ver sus pechos los que nublaban mis sentidos, pero
la sal del agua de mar incrustada en sus pezones desprendía una luz que cegaría
al más valiente de los mortales.
Una ráfaga de aire
hizo volar su toalla, la pude coger mientras volaba como alfombra mágica… y al
devolvérsela por primera vez al mirarme vi como sus ojos brillaban, ¿era su
preciosa mirada o encontraba en mí a un ángel de la guarda? No tenía ni idea
pero mi imaginación volaba, mientras ella me preguntaba.
- ¿Qué horóscopo eres?
Yo titubee y pensé…
¡pero eso qué importancia tiene! Pero como autómata respondí…
-
Piscis,
como pescado servidor de sirenas como usted.
Eso la hizo sonreír,
mientras me decía…
-
Por
favor, tutéame que yo soy tan joven como usted.
Volvió a reírse pero aún más fuerte.
Y sin titubear me
volvió a replicar…
-
Dos
veces usted, es como elevar usted al cuadrado… y esto bien se merece un
suculento helado.
Esta vez fui yo el que
sonrió, pues me encanto su sentido del humor.
Recogidos sus bártulos
nos dirigimos hacia el primer chiringuito que desde la playa divisamos. En el
pequeño trayecto que por la arena andamos, sólo nos dijimos que nada de
florituras que fuese verdad todo lo que habláramos.
Aproveche aquellas palabras
para cuando estábamos sentados decirle…
-
¡Ahí
va mi primera verdad!... Te quiero una jarta.
Esta vez casi se
desarma riéndose, y tuvo que tomar aire para poder decirme.
-
No
puedes negar que eres andaluz, esa palabreja me deja alucinada y me haces reír
sin parar. Pero tengo que decirte que eso no es una verdad, pues no me puedes
querer en diez minutos, así que esfuérzate un poco más por decir alguna verdad.
Aquellas palabras me
dejaron bloqueado, como pude decir que la quería en tan sólo diez minutos aunque mi
corazón así lo sintiera, pero tuve que rectificar pues de esa manera no me
creería.
-
Bueno
en realidad quise decir que me gustas una barbaridad, aunque sean diez minutos
los que han transcurrido. Pero tú mismo lo has dicho, soy andaluz y mi forma de
hablar es magnificándolo todo.
-
No
pasa nada, si a mí me encanta tu forma de hablar. Si tu encanto es hacerme
reír, me estas cautivando por momentos.
Dijo ella sin parar de
sonreír.
-
Y
ahora quiero saber algo más de ti… por ejemplo tu nombre, que estoy convencida
que será Manolito o tal vez Joselito.
Volvió a reír mientras
yo no sabía por dónde salir, pues creía que no me tomaba enserio.
-
Pues
aunque no lo creas por ser andaluz, mi nombre es histórico, me llamo Alejandro.
Ella se tronchaba,
mientras me decía…
-
Alejandro
Magno, como el helado que nos vamos a tomar, “magnum”
Esto era de órdago, así como la iba a enamorar, si de tres
palabras tres eran de cachondeo, y que conste que yo me sentía un tío gracioso.
Pero la verdad que le cogí el compás y reía al unísono con ella, pues sus
golpes me hacían reír sin poder disimularlo. Tras una tosecilla volvió a
intentar lanzarme una pregunta, pero yo la corte en seco.
-
¡Oye
eso no vale!, no sigas preguntándome sin antes decirme tu nombre, que el mío ya
lo conoces.
Enseguida respondió.
-
Me
llamo Margot, como ves mi nombre no es histórico como el tuyo, pero me gusta
una jarta. Jajajajaj.
Esta chica me desbordaba emocionalmente, así que decidí
atenerme a su ritmo, intentaría escrudiñar cuando hablaba en serio o estaba de
guasa.
-
Bueno
entremos en materia, y vamos a lo serio.
Me soltó con una mirada picarona, la cual me hacia pensar que
no sabía por dónde saldría. Pero no tarde en averiguar que sería un
interrogatorio…
-
¿Fumas?
-
No,
jamás he fumado.
-
¿Bebes?
-
Sólo
una copa de rioja cuando como en restaurantes, o una cerveza con algún
aperitivo.
-
¿Haces
deporte?
-
Si,
diariamente.
Después de algunas preguntas como estas, me llevo a un
terreno que para mí era… no sé cómo definirlo, pero si supe responderle.
-
¿Qué
religión profesas?
-
Ninguna,
sólo vivo con mi propio dogma.
-
¿Partido
político al que votas?
-
Sólo
voto cuando el candidato sea del partido que sea, me demuestra que es
inteligente.
-
Muy
buenas respuestas, no hay quien te coja en un rehusó.
Me dijo mirándome a los ojos con un interés que antes no
había mostrado. Pero sin cortarse un pelo volvió a la carga preguntándome cosas
cada vez más personales o quizás intimas, así que me dispuse a sacar mi
artillería para desalmarla en cada respuesta que le diera.
-
Si
tuvieses un sueño erótico conmigo… ¿Cuál crees que sería? O mejor dicho
descríbemelo.
Pensé que intentaba sacarme una respuesta vulgar, o tal vez
los típicos sueños que tienen por norma todos los tíos. Pero ni yo entraba en
los tópicos ni me sentía un chico normal, y mirándola a los ojos me lance a
contarle lo que soñaría eróticamente con ella.
-
Te
imagino en una habitación decorada toda de blanco, estas en la cama tapada con
una preciosa sabana de algodón egipcio. Traspaso el umbral de la puerta y con
una voz muy sexi me dices… Alejandro que ojos tan grande tienes, y yo te
respondo: para verte desnuda bajo tu ropa interior. Alejandro que nariz tan
grande tienes, te replico: para oler tu sexo a quince Kilómetros alrededor.
Alejandro amor, que boca tan grande tienes, te contesto: para sorberte como si
fueras un caracol. Y en este punto voy y me despierto, se acabó el sueño ¡qué
mala suerte!
La deje descolocada del todo, no sabía que decir. Por primera
vez era yo el que me reía primero, aunque enseguida ella me secundo.
-
¡Eres
un artista! me encanta tu sentido del humor, y como me has ganado te concederé
un deseo… así que pídeme lo que quieras.
Quede dubitativo, no sabía lo que quería decir con deseo…
pues mi deseo más vehemente seria yacer con ella en la nube del deseo más
infinito, pero no me atrevía en tan corto plazo de tiempo pedir tal deseo. Así
que contenido le pedí algo comedido.
-
Pues
mi deseo seria verte otra vez cuando nos hayamos ido. Y con eso creo que todo
en una frase te lo digo.
Me miró fijamente y con voz de desilusión me replico…
Alejandro Maginot.