-
Tu
deseo es muy bonito, pero eso sin decirlo ya te lo había concedido, esperaba
que ya lo hubieras averiguado y otro deseo más potente me hubieras solicitado…
y no te doy más pista, sólo te digo en tu casa o en la mía.
Quede
absolutamente anonadado, agradecí a los dioses la fortuna que me habían dado,
así que intentando dejar a un lado el pudor
le respondí como un rayo.
-
Me
daría lo mismo en la montaña que en tu almohada o en la mía, igualmente me
ilusionaría estar a tu lado en lo alto de un pino que en un polvoriento camino…
así que dejo en tus manos mi humilde destino.
-
Pues
si en mis manos dejas tu deseo y tu destino, te diré que no hace falta que nos
subamos a un pino, que en tu casa o en la mía estaríamos divino. Así que te
paso el relevo y te digo que donde más cómodo te encuentres allí actuaremos de
forma diferente, nada pasivos y con seguridad muy activos.
¡Joder! Esto era
como debatir en prosa, me encantaba lo que me estaba sucediendo y mucho más que
aquella olla por momentos se pusiera hirviendo. Y como buen caballero la deje
que eligiera pistola de duelo…
-
A
mí no me dejes el relevo, que como buen caballero quiero que como dama elijas
tú primero.
Margot afino su
puntería y dijo sin cortapisas.
-
En
la mía, será en mi casa donde dilatemos el tiempo esperando que sea fructífero
nuestro encuentro, además tengo algo que te puede gustar.
Fue todo tan mágico, que sólo recuerdo haber
volado junto a ella en una alfombra voladora por las dunas de Bagdad, y para
cuando quise despertar ya estaba en su habitación, es como si las horas que
habían pasado hubiesen transcurrido en segundos.
Observe con
detenimiento la decoración de aquella estancia, y por lo que veía pensé que
estaba en el cuento de Alicia en su país de las maravillas.
Era tan venturoso todo lo que me estaba
pasando, que me arriesgaría sin dudarlo a cruzar el mundo con Margot en ochenta
días, o incluso a recorrer cien mil leguas de viaje submarino en un artefacto
llamado Nautilus… O más aún, haría una ruta hasta el centro de la tierra
siempre que fuese con ella.
Estando en esta reflexión, sentí un beso en mi
boca de pasión, era una diosa pagana la que me besaba por nombre llamada
Margot. Abrumando y en éxtasis, sólo pude dejarme llevar abriendo mi boca
mientras Margot me introducía en ella la gloria… y yo me dejaba hacer de todo
por esa mujer.
En los preliminares todo iba como la seda…
besos, caricias, bellas sonrisas y apretones de adolescentes que nos ponían a
tope de calientes. Preso de la ilusión estaba, mientras a través de su ropa
interior yo imaginaba… y sólo veía a una espartana desnuda que era como ellas
luchaban, mientras sentada sobre mí me imponía una forma de placer que
desconocía.
Y llego la hora de actuar de forma profundamente
sexual pero original, entonces en el momento que pasamos de los preliminares al
sexo funcional y cuando yo la intente penetrar, Margot de forma inquisitoria me
insinuó…
-
Para
penetrarme has de decir las palabras mágicas, si no das con ellas te quedaras seco
como la botella con el mensaje que Robinson al mundo mando.
En ese momento quede aturdido, ¡pues que
palabras serian aquellas, que yo no tenía ni idea! Aquello me puso a cavilar
cómo resolver aquel enigma que ni Einstein sabría darle una solución. Mientras
me debatía en encontrar las palabras adecuadas ella se desesperaba y me
replico.
-
¿Cuánto
vas a tardar en encontrar la palabra mágica?, pues ya me empiezo a enfriar.
Aquella presión no me dejaba pensar, pero no
sé cómo se me ocurrió algo interesante para atacar. Así que rápidamente le respondí…
-
¡Ábrete
sésamo!
-
¡Nooo!
Frio, frio, sigue estrujándote las neuronas y échale imaginación, saca algo
habilidoso que me haga abrir las piernas…
Además de desorientado y caliente como
estaba, mis neuronas exprimidas no me funcionaban, seguramente eran las
neuronas de mi miembro las que me nublaban y alelado me dejaban. En un intento
de abrir su vulva marciana con esa frase que a ella le agradara, le expuse
otras palabras que yo dilucidaba eran mágicas.
-
Abracadabra
que tu vulva se abra.
Además de reírse, volvía a dedicarme
un no rotundo… y replico en forma de eco:
-
Si
aciertas la cuelas, si no a llorar que teta no tocaras.
Volvió a reírse con mucha más fuerza,
pero al observar que me tenía desconcertado me alentó.
-
Sonríe,
no te desconciertes que esto al juego del amor también pertenece. No te
derrumbes y sigue dándole vueltas a la pelota, ya verás cómo lo consigues,
¡animo!
Algo nuevo se me ocurrió, de manera
que emocionado le lance:
-
Abre
la puerta que es la hora de comer, no me mates de hambre que si no te
flaqueare.
-
¡Jajaja!
¿Me flaquearas o me follaras?
Aquella palabra tan gruesa me dejo además de anonadado la
pera más tiesa. Su descaro me encantaba, pues yo nunca palabras tan sonoras
había usado en un encuentro amatorio. Entonces con humildad volví a decirle
otras palabras con la esperanza de acertar.
-
Supercalifragilisticoexpialidoso,
abre tus labios que me tienes acalorado como a un oso.
-
Veo
que eres un genio de las palabras, pero no das con las palabras. Pero como ves
esto le da emoción y subimos el calentón.
Yo creo que de seguir así perdería la
vergüenza y le soltaría una que no levantaría la cabeza. Por lo que quise usar algo
tan brutal como ella a ver si la tumbaba o se cabreaba.
-
Si
tienes tu higo tan caliente como esta mi pepino, ábrete de piernas que veras
como te quito el dolor de cabeza.
Ella se puso seria y me miró
fijamente, pasados unos segundos y cuando yo más acojonado estaba por creer
haber metido la pata, Margot estallo en unas carcajadas que hasta la carne me
temblaba.
-
Eso
es lo más fuerte que sabes decir, pues como te coja la verga te voy a exprimir…
Y ahora vas y lo cascas.
Me estaba poniendo a prueba o aquello
era un duelo de frenesí y deseo. No me lo pensé y le dije corriendo:
-
¡Eureka!
abre bien los oídos que con esta frase ya te tengo. “ Tengo mi pene como un
puñal de hielo, deja que lo envaine es tu sexo… no sólo para su deshielo,
también para sentir en mi falo el latido de tu bramante corazón”
Me miro, no sabía interpretar que
sentimientos reflejaba su cara, pero supuse que algo grandioso me esperaba.
-
Te
diré, que cualquier palabra tuya me hubiera ganado, pero con esta frase me has
desarmado… así que hazme tuya con toda la intensidad que el acero de tu puñal en mi cuerpo pueda penetrar. Tienes mi permiso para destrozarme a tu
antojo.
Ese sentimiento tan asolador tuvo una
incursión en mi mente y cuerpo, que nada estaría en el mundo tan rígido como la
voluntad de hacerla evadirse de este mundo en varios orgasmos en escalera que a
la nube del estasis la subiera. Así que abiertas las puertas de su gloria,
entre hasta sus entrañas y tras algunas horas tuvimos que despertar lentamente
como si nos arrastrara una ola. Todo para evitar un infarto no buscado por
tanto desenfreno expresado en un lienzo de carne estructurado.
Y
después de poder abrir los ojos y darme cuenta que estaba en la tierra, rece
para que esta relación no fuese… un sueño de verano.
Alejandro Maginot
Te felicito has vuelto con esa magia tuya, que nos envuelves con tus palabras y metáforas en un sexo, donde no solo hay deseo y placer, sino mucho sentido del humor, algo que dejamos a un lado en un acto íntimo, cuando bien llevado fortalece aún más la relación y complicidad .
ResponderEliminarMe has hecho reír porque no es por nada, pero la damisela ha sido toda una jugadora y al final un órdago canto jaaaa.
Gracias, Alejandro, por esta aventura que hemos recorrido de tu mano y el regreso de tus escritos.
Un fuerte abrazo , feliz semana.
Jajajaja, gracias querida y estimada amiga por ver esa chispa de humor que le he puesto a esta historia.
ResponderEliminarEs mejor llorar de risa que no por otra cosa, para eso esta el día a ´día.
La verdad que echaba de menos escribir, es una válvula de escape generosa, aunque es difícil sacar tiempo para estos quehaceres.
Te mando un abrazo con todo mi cariño y de nuevo te doy las gracias por comentar, unas líneas apoyan o empujan a escribir.
Maravillosa forma de escribir la que tienes, me has sacado una sonrisa, me encanta esa forma tan tuya de escribir como mezclas cosas pero que enriquecen la historia.
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