Me miras, te relames los labios… no sé porque, tú nunca lo has hecho. Tus mejillas enrojecen por el rubor de la lujuria, estoy extrañado, nunca te vi así.
Siempre soy el cazador y tú la presa, aunque
yo hubiera preferido la mayoría de las veces… que hubieses sido tú, Diana
Cazadora.
Por todo esto estoy desconcertado, me miras y
no te reconozco… tus pupilas se clavan en las mías, como alfileres sedientos de
penetrar mi piel. Casi babeas, recreándote en lo que imagino quieres hacer.
Esas manos tan sutiles al tocar el piano, se
han vuelto grotescas al coger mi tímida flauta… anonadado quedo por tu ataque
tan furtivo, pienso que los demonios del líbido te han poseído. Pero aún
estando entre las cuerdas, intento reaccionar zafándome de ti.
Te tiras hacía mí, agarrándome con la misma
fuerza y desesperación… con que la víctima se agarra al risco, en el borde del
abismo. ¡Estoy asustado! tus poros sudan rabia contenida… no sé, si por lo que
no has ofrecido, o por lo que a todo escape quieres ofrecer.
Tus bragas mojadas, pervierten mi ingenua
mirada… muerdes mi boca, como dragón ante la defensa de estar herido. Tus
brazos, tus piernas… inmovilizan mi cuerpo, como la Anaconda lo hace con el
ciervo despavorido.
Nunca me vi en tal tesitura, desde que estoy
contigo… ahora como bruja del aquelarre, te arrancas el vestido. Quieres que mi
garganta zozobre, llenándola de roncos
gemidos… intento contenerme, aunque estoy des contenido.
Intentas como posesa, que amartille mi pene
contra tu coño descosido… que difícil es entender, que tú lubricas como yo, con
un sueño pervertido.
Los labios de tu vagina, quieren que los bese
mi boca… que complicado es, no dejar que se derrame una gota. Duro es
el encontronazo, pues consigues que mi mástil… en una tremenda erección se vaya
quebrando.
Consigues que mis corneas, se tornen de
blanco… irresistible es respirar, los vapores de tu concha evaporando. Atacas
con toda la fuerza, de los timbales de tus senos… magullado por sorber tus
pezones, en la penumbra quedo.
Has ganado, de rodillas ante tus alas
abiertas… me desnudo, sin ningún complejo ni miedo.
Ahora bebo todo lo que me ofrezcas, porque
para saciarme de ti… aunque tuviera cien vidas, no puedo. Túmbame bocarriba o
bocabajo, líame en tu alfombra… tejida de rizos negros, tan suaves al
acariciarlos.
Conseguiré beberme tus vísceras, comerte la
piel a bocados… porque necesito
sobrevivir en tu isla, como un eterno naufrago.
Nadavepo.
Me ha encantado muy bueno.
ResponderEliminarGracias Lorena, un saludo.
ResponderEliminarMuy bueno y sensual me ha gustado
ResponderEliminarGracias Thais, un saludo.
EliminarMuy bueno y sensual me ha gustado
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