Un deseo incontenido.
Dos caricias sin decoro.
Tres palabras obscenas… Que aumentan el
calor, que entre tus piernas llevas.
Me ciegas tanto… Que no sé decidir en mi
locura, por cual oquedad de tu cuerpo la meto.
Estas tan receptiva… Que en mi mente lo
sorteo, por donde va a entrar este dedo.
Tu vocabulario es soez… Porqué mis deseos
quieres ver arder.
Maldíceme, blasfemia sobre mi sexo… Verás
como arrancas de mí, toda la lujuria que llevo dentro.
A ciegas palpo, a ciegas tiento… Que
sensación tan extraordinaria experimentan mis neuronas, que me corro por
dentro.
Chuparé tus pezones… Con la gula del que
chupa esas gominolas, que no prueba hace tiempo.
Abrevaré en tu coño… Como el camello, que ha
atravesado sin agua el cálido y ardiente desierto.
Me saciaré de tu sal… Hasta no poder más,
como el náufrago que surca en una endeble barca, el ancho mar.
Y cuando la estrangules con tu mano… Sollozaré como aquel, al que le han dado un emotivo regalo.
Perderé todo el pudor… Cuando en tu boca la
hayas enfundado, como la espada que se enfunda, para reverenciar al ser
ansiado.
Entre tronos y mazmorras perderé todas las
formas… Por eso seré tu verdugo, que sentenciará de una estocada tu culo.
Y para culminar, te pediré que me aprietes
las carnes con todas tus fuerzas… Para saber si estamos follando, o es un sueño
de deseos encarnizados.
Nadavepo