lunes, 20 de marzo de 2017

El Sobre











  Me pregunto a mí mismo: ¿cuánto hace?

  Me respondo: lo borré de mi memoria como autómata desprogramado.

  Me vuelvo a preguntar, con ánimo de refrescar mis recuerdos: ¿años que duró?

  Me vuelvo a responder: es inútil, no lo podría medir por años.

  ¿Podría medirlo por distancia?: si fuese medido por distancia, no serían medidas terrestres. Habría que medirlo por distancias estelares… pero tampoco lo recuerdo.

  Sigo en mi autointerrogatorio, y me hago la más absurda de las preguntas, no sé qué quiero decirme con ella: ¿Cómo sucedió?

  Mi autorespuesta: fue, como cuando una madeja vegetal va rodando por el suelo empujada por el viento, y se divide en dos al llegar a una bifurcación de caminos.

  ¿Motivos?: no hubo motivos, fue así sin más.

  Porqué me pregunto todo ésto, solo por haber recibido una carta de ella. Aunque es raro, porque ella tiene mi correo electrónico y no tendría por qué haber usado este medio tan arcaico para comunicarse conmigo.

  Es eso lo que más me sorprende y lo que levanta toda mi curiosidad.

  Tengo el sobre en mis manos, huele a almizcle, extraño olor para una misiva tan enigmática. La voy abriendo lentamente, casi deseoso, casi temeroso, mi corazón palpita acelerado, bien por una emoción, bien por el susto a lo desconocido.

  Saco una nota con apenas cinco renglones, sé positivamente que la ha escrito ella, su armónica caligrafía la delata. En esas líneas me felicita por mi cumpleaños, y dice hacerme un regalo  porque le apetece y para que yo lo disfrute.

  Quedo anonadado ¿Cuál es el regalo? no veo nada más que esa pequeña nota. En un momento de lucidez, recuerdo los juegos a los que me enfrentaba, cada vez que esta mujer me regalaba algo.

  Olí el papel de la nota, y un sutil olor a limón perforó mi nariz, ese era el enigma ya que no podía tener más juego en tan pequeño sobre. Cogí una vela y fui tostando el papel, mientras aparecían ante mis ojos unas letras que decían: busca en el fondo de nuestro rincón y hallaras el quiz de la cuestión.

  Tuve que rajar el sobre y casi destrozarlo, para poder encontrar la tarjeta de memoria que había camuflado en él.

  Ahora sí que estaba preocupado, no sé lo que me encontraría en dicha tarjeta, así que con celeridad me dirigí a mi ordenador, para descubrir lo que ella ya había descubierto hace tiempo.

  Esta tarjeta contenía cuatro archivos de voz, nada más oír el primer clip, sentí pena en mi interior,  su eco era débil y triste. Me contaba lo que le había llevado a mandarme aquella sorpresa, y porque me extrañaba tanto.

  El segundo clip, era más jovial su tono de voz había cambiado, estaba más segura y más desinhibida. Ahí me entro el cuerpo en caja, en esta grabación me decía que me dejara llevar por el tercer y más largo clip, que me pusiera muy cómodo, que la cosa iría en crescendo, que por favor dejase que mi cuerpo reaccionara según oía. Insistió varias veces en que me pusiera los cascos, yo ya no sabía que esperar, pero de ella me podía esperar cualquier cosa, todo lo que hacía no dejaba indiferente a nadie.

  Puse el tercer clip, estaba en el sillón de mi despacho. Los cascos puestos y el dedo índice en el botón de arranque, lo pulsé… unos segundos de silencio en la grabación, luego empieza a sonar una música tenue y cálida. De buenas a primeras oigo a la reina de la voz más sensual y erótica que jamás conocí, empieza a seducirme con sutiles palabras, vocablos que ella sabía que me enardecían, no paraba de hablar mientras provocaba una y otra vez. Me incitaba a masturbarme, ella estaba ya en las primeras caricias, con solo oír su voz ya sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Se había masturbado tantas veces para mí, que mi falo lo recordó de tal manera, que salto como un resorte sin pasar por fases previas.

  Mi verga saltaba a cada gemido de ella, parecía estar sincronizada con su clítoris. Yo veía los vaivenes que con sus aterciopeladas manos, se pegaba sobre su maravilloso resorte, duro, erecto, inderrotable e incansable. Yo me despoje de todo lo despojable, lancé mi órgano sexual al aire no podía contenerlo más. Alineábamos nuestro placer, con la misma frecuencia en la que toca toda una orquesta sinfónica, sincronizados como dos saltadores de trampolín deseando tirarnos al vacío del placer.

  Mis gemidos cantaban al son de los suyos, acelerábamos, frenábamos, manteníamos el ritmo equilibradamente, nuestros sentidos cruzaban el universo de la más depravada lujuria. Ecos de azotes, colores de látex, burbujas de salivas encontradas, cristales blancos sobre pómulos rosados, minifaldas de cuadros, medias de seda, gafas de carey, sudores de sexo. Estaba totalmente metido en su caja de pandora, derribado por sus latigazos de placer, hundido en sus aguas bravas, marcado por sus dientes de plata.

  Fue un clip de diez minutos, que me mantuvo en el edén años luz. Solo oía el crujir de su desgarradora voz taladrando mis oídos, mi mástil estaba en formación y dispuesto a quebrarse en la última embestida de su maremoto. Y por fin… Salpicaron astillas flambeadas por una andanada de orgasmos suyos.

  Que vacío quedo en mi cuerpo, como flotaba entre sus senos y sus aderezadas nalgas. Como probé sin remordimiento el fruto del árbol prohibido, busqué en el diccionario palabras para describir este momento y no las encontré.

  Y después de un largo espacio de tiempo y cuando mi corazón ya se había calmado, quise oír el último clip, en el solo decía: espero que lo hayas disfrutado, como yo lo he disfrutado pensando en ti.

   ¡Hasta siempre!





Nadavepo.

 
 




jueves, 9 de marzo de 2017

Orgía












  ¿Cuantas manos necesitas para acariciar tu piel?, ¿qué es entre tanta gente lo que te da más placer? No contestes, no lo quiero saber, solo dime si quieres ser mi mujer.

  Ando loco por tí, y tú aprovechas mi debilidad para proponer. Me explicas, me tratas de convencer, pero por mucho que me digas yo no lo puedo entender.

  Me tachas de celoso, por no quererte compartir, yo suspiro y me conformo con dejar de sufrir. No entiendo de un placer, que no sea el que hay entre un hombre y una mujer.

  Duro es, saber que juegas conmigo como marioneta. Que repartes tu sexo a cualquiera, que se preste a tus devaneos por muy depravados que sean.

  No puedo entender como gozas entre tantos pies y tantas cabezas, yo me desplomo nada más con pensar, que otras manos acaricien lo que yo he acariciado con tanta vehemencia.

  No puedo mezclarme entre tantos olores, que confunden el rastro de mi tigresa. Menos aún con jugos, que ni quitan sed, ni dan a mi sexo fuerza. Aterrizar quiero delante de tu fortaleza… pero me es imposible, pues la alfombra la tienes manchada, de lluvia de otras praderas.

  Ruego a Dios que me quite esa venda, que me esclaviza a tí de una forma tan obscena… quiero abandonarte al llegar la luna llena, manchada, despeinada, y sin integridad para ser fiel a una pareja.

  Yo suspiraré aliviado, de no cometer la torpeza, de penetrar donde otros han penetrado, de abrazar los cardenales que te han dejado… y ni mucho menos desear sexo, con un amor que fue deseado.




Nadavepo.






domingo, 5 de marzo de 2017

Dómine












  Que plácida tarde de abril, tan placida como mi espera a que me someta mi señor.  Respiro profundo, ¡oh! mi “Dómine” escarlata, cuáles serán tus deseos para esta sumisa “Dama”.

  Mis labios se adormecen, mi saliva por dentro me empapa y aprieto mis glúteos esperando vuestra llegada.

  Pequeñas gotas de sudor, van surcando mis toboganes de maciza plata… quizás de placer, quizás de incertidumbre programada.

  Con ansia espero sus arquetipos sexuales, si se demora témblare, como lo hacen sobre las rocas los temblorosos  manantiales. Qué se yo de cuerdas, de fustas o de collares… solo sé, que su roce me produce espasmos vaginales.

  Quieres ver mis bragas al reflejo de la luna, pero antes me espera una tarde de sudor y ataduras. Orgasmos como cascadas, arrancarás de mi lujurioso cuerpo… por eso obedezco sin rechistar y sin aspavientos.

  Mi mente es más briosa, que todo los rosetones que produces con tus azotes sobre mi piel… por eso me vacío, antes de que llegue tan deseado momento de placer. Ya paladeo tu increíble poder, ya formo charcos sobre mi ser… y me corro y me vuelvo a correr.

  Dispuesta a todo, a que me arranques hasta la piel… porque quiero llegar hasta el zénit del placer. Éxtasis que parece brujería, que detiene mi reloj, que me hace aparecer: envuelta en rosas de terciopelo púrpura y amarrada al mástil del placer.

  Rompe mis bragas, no esperes hasta que aparezca la luna… e introduce en mis entrañas, tu “Tizona” desenvainada y envuelta en mi vaselina. Corre que estoy arrodillada, para mostrarte sumisión sin vocablos… solo gemidos e gritos de puros y desarmados orgasmos.

  Para cuando me castigues, mi imaginación no habrá parado de correr… y sobre tus ataduras habré eyaculado una y otra vez.

  ¡Así que aparece o te lo puedes perder!





Nadavepo.