domingo, 16 de abril de 2017

Tu Nazareno











  Mírame desfilar con mi capirote erecto, bajo el palio de tus piernas. En mi calvario soy atravesado por el puñal de tu deseo, el humo de los cirios ciega mi mente dejándome al borde del vómito del placer.

  Como dama anclada al palio de mi excitación, derramas lluvia dorada edulcorada con tintes de lujuria…  que me hace vibrar entre los latidos de tu perversión.

  Arde mi falo como cirio rojo en penitencia desmedida, mientras  arponeas mis ingles con tus moradas uñas. Cara virginal, labios de diablesa, sucumbo ante las mil formas de pecar, cuando introduces en mi Vía Apia tu juguetona lengua.

  Tiembla mi verga, como las pieles de los tambores tiemblan, al ser golpeadas por tus tacones de estratosfera. Cilicio de enramado gusto, son los bocados que descargas sobre mis entrepiernas.

  Me flagelas alborotada, como hidra que castiga al apóstata que no quiere penitencia alguna.  Pero notas, que necesito inmovilidad para dejarme azotar, mientras yo me dejo llevar y sucumbo a la fusta de tus manos.

  Francamente fracaso, en la cuaresma que precede a este acto tan solemne, donde yo me vuelvo irreverente y no guardo castidad… porque me es imposible, si tú respiras a mi lado y con tu meñique la orquesta empiezas a tocar.

  Procesionaré siempre hacia tu ermita, donde clavaré hasta lo más hondo mi baquetón… dejando encalada toda tu entrada, tu fachada, tu campanario y los jardines de alrededor.

  Y antes de que mi vela se agote, deja que mis últimas gotas de cera se desplomen sobre tu boca… quemándote tu lujuriosa boca, dejándote tan saciada que no me puedas besar.

  Creeré que soy el capataz de tu sexo, pero nada más convexo, tú me dominarás y magullarás todo mi cuerpo hasta estremecer, y cuando me lleves al zènit y mis piernas no puedan responder… tendrán que cargarme en unas andas, para llevarme al purgatorio donde me pueda restablecer.

  Y si es mi penitencia, en tu fuego arder… quémame todos los días, que como el Ave Fénix de mis cenizas resurgiré.





Nadavepo. 





viernes, 7 de abril de 2017

Soy tu voluntad












  Pronuncié tu nombre, mientras me venía a la memoria el valor que según la biblia tuvo la primera mujer… que pecó por darle al hombre el más venerable y profundo placer.

  Y seguramente como ella, destrozas mi fortaleza cuando como bella serpiente, rodeas con tus piernas mi cintura erizada… ante el calor que emanas buscando tu recompensa y las ansias de apagar mi sed.

  Me das a comer tus dos manzanas prohibidas, aderezadas con una hoja de laurel… mientras anulas mi voluntad como inquisidor, que en la hoguera quiere a su reo ver arder.

  No puedo abrazar ninguna fé, ni tan siquiera quiero creer… cuando tu boca succiona mi báculo sagrado, que entra en pecado cuando lo haces desfallecer.

  Arráncame la voz, y déjame sin oído… cuando los gritos de mis orgasmos, enmudezcan con los tuyos.

  Me arriesgo a lamer tu guinda, para algunos envenenada, para mí  salada… que me enloquece como al naúfrago, que con el agua de mar quiere saciar su sed.

  Fuego y voluntad, frio y ardor,  rabia y celo… al final no sé si despertaré o estaré ya en el cielo.

   Lo que sí puedo atisbar… ¡Es que sin ti y sin tu sexo, yo muero!





Nadavepo.