Niña déjame tu flor,
en un amanecer de domingo sin reloj. Quiero oler el despertar de su polen, lamer
su pistilo de colores, besar su sépalo más profundo, acariciar sus pétalos más
sobresalientes, degustar de tu más jugosa parte, toda su simiente.
Y aunque lejos de tu
zona más caliente, deja que busque tu otro humedal, donde ahí nuestros órganos
son igual, por eso mi lengua con tu lengua jugará, rebotando en tu paladar,
para con nuestros labios podernos succionar.
Bajaré una cuarta
más abajo, buscando los lotos de tus senos, para besarlos y lamerlos, porque me
encanta ponerlos erectos. Los presionaré con mis dedos, girándolos hasta darles
forma de regaliz, para después comérmelos.
Niña déjame de nuevo
tu sexo, quiero ayudarte a mojarlo con mi saliva, para profundizar con mi raíz
hasta que la sientas en tu barriga, y allí dejar mi más cálida semilla,
germinada para crear una nueva vida.
Y quizás en un
futuro no muy lejano, nuestra historia se repita, pero esta vez con otros
protagonistas, uno será de nuestra partida y el otro de alguien que como
nosotros, quiso tener un domingo sin reloj, para dedicarle mimos a su preciosa
flor.
Nadavepo