miércoles, 21 de marzo de 2018

El badajo de mi campana













   Déjame tu pistilo, para saborearlo, para comerlo… para poder deleitarme con tan sabroso manjar.

  Déjame tu oquedad, para poner mi cirio en tu altar… para que en las noches de rezo, me puedas alumbrar.

  Déjame la boca impregnada de tu sal, para mis ansias poder saciar… para poder sin salir de casa, contemplar el maravilloso mar.

  Déjame tus dos membrillos, en pura pubertad… para lamerlos, degustarlos, y sacarle sin pelarlos su jugo natural.

  Déjame tu túnel, el de la puerta de atrás… para jugar como maquinista, a aparcar mi humeante locomotora sin titubear.

  Déjame Tu garganta, para poderla estimular… para sacar de ella unos cantos, de música celestial.

  Déjame tus manos, para guiarlas por mi cuerpo… para que como ciego, con solo tu tacto me pueda excitar.

  Déjame tus hombros, como apoyo de mi fuerza… para clavarte mi puñal, como las raíces se clavan en la tierra.

    Déjame en fin tu poder bautismal, para mojar el badajo de mi campana… que no deja de sonar de la noche a la mañana.




Nadavepo.





miércoles, 14 de marzo de 2018

Mi Bruja













  Eres una bruja, pero no la del cuento, no eres buena ni mala, sólo eres mi bruja del pensamiento. Estando lejos de ti, me tienes siempre en tu hirviente caldero, hipnotizado entre tus piernas en la distancia quedo. Esto es sólo posible, porque eres la bruja de mi mente, de mis pensamientos.

  Ardo con tu imagen desnuda en mi mente, por eso mi vehículo acelero, con el ansia de meter en la olla de tus pócimas, todo mi deseo. ¡Cuánto sudo! cuando tus letras en tus recetas leo… cadmio de león para lograr tu posesión, ardiente canela para untarte en cálida cera, dientes de dragón para convertirme en tu obsesión, ramas de hiedra para mantener dura tu vela, polen de amapola para que me devores la boca.

  Entro en tu guarida sin miedo a que me comas, pues soy yo el que siempre esta hambriento de tí, mi bruja del desbordante sexo. Arranco tus bragas, con la fuerza de un faraón errante en el tiempo, destrozo tu camisa dejando a la luz tus erotizantes senos, me rio del marqués de Sade, lo suyo comparado con lo nuestro sólo era un juego.

  Como Drácula enfurecido, muerdo tu cuello hasta dejarte sin sentido. Gozas levitando como en un exorcismo, mientras yo atranco tu puerta con el mástil de mi vela. Gemidos brutales te despiertan de nuestros rituales, tienes entre tus piernas mi bífida lengua, que como serpiente del paraíso con el pecado te provoca.

  Sudor en nuestros cuerpos, reflejos de llamas en nuestra piel, preparada estas para que sin decoro, como  hombre lobo te pueda poseer. Atrapado  está tu cabello entre mis manos, tiro de él como de las crines de un caballo, tú espoleas mi deseo al suspirar en cada golpe seco. Qué profundo es nuestra líbido, pues como las burbujas de tus pócimas en cada hechizo me derrito.

  El diablo nos adora, pues en cada conjuro, nuestras  blasfemias resuenan como eco desenfrenado, por los valles de la lujuria delirante. Clavas tus pezones como flechas sobre mi espalda, me siento atravesado por el frenesí de tu confianza. Amordaza mí lengua, que si no lo haces se dispara, haciendo que pagues en orgasmos, lo que no pagas cuando estás en la distancia.  

  Sapos, salamandras y culebras, te hago caminar sobre mis cuerdas, me erotizas con los trazos que en tu cuerpo se marcan. Me pides que como en aquelarre te pasee sobre las llamas, porque te gusta quemarte, en viva o pobre llama. Me encanta galoparte con mi escoba mágica, para que alcances las estrellas, y no bajarte de ellas hasta que la partas.

  Rayos, truenos y centellas, te derramas sobre mis piernas. Que placer cuando siento tus humedades en mi garganta, gozo lo indecible hasta cuando me ahogas, me encanta. Arrolladora eres, haciendo con tus manos la magia, de sacar brillos dorados del centro de mis entrañas.

  Hazme un sortilegio, dedicado a la distancia, haz que pueda derramarme, aún cuando tú estés a kilómetros de mi casa. Vibraciones fuertes, gotas blancas… cómo adoro a mi bruja del pensamiento, como la deseo aún sobre la luna escarlata.




Nadavepo.