martes, 22 de octubre de 2019

Amigas













  ¿Qué hay más sensual que tú, amiga mía?

  ¡No me respondas, por favor!

  Porque si oigo tu voz no respondo de lo que te pueda hacer, sabes que al oírte puedo enloquecer, entro en un estado de evasión, que sólo veo tus ojos y lo que vibra dentro de tu interior. Si en este momento me arrancaras el corazón, ni sangraría mi amor, pues contigo no conozco el dolor, sólo siento euforia y pasión.

  Amigas éramos, hasta que la rabia de querer hacer lo que nuestros corazones nos dictaban, nos llevó primero al amor, luego al deseo, y como colofón al mejor sexo que nadie me dio. Ningún hombre consiguió despertar en mi interior, lo que tú despiertas… Mariposas de colores y ganas de besarte a cada segundo que marca el reloj.

  Todo empezó aquella noche en tu habitación, verte en bragas y sujetador, me llevo al paroxismo del deseo. Y aunque no me atrevía, soñaba con quitarte esas prendas y besarte hasta borrar sus marcas; absorta estaba fantaseando, cuando de repente la blusa me habías desabrochado, ardías en mi mismo pecado, pero fuiste más valiente al lanzarme al abismo del descontrol… sólo respiraba acelerada, porque todo vibraba en mi interior.

  Escusas vagas me ponías, para desabrochar mi sujetador, pero lanzada como estabas, ni las hordas de Atila hubieran detenido tu pasión; apretaste mis senos, llevando tus labios a mis pezones, yo lo empecé a ver todo de color, labios de melocotón con que maldad levantáis en mí esta irrefrenable pasión… “sigue, no pares” son las únicas palabras que en ese momento inundaban mi cerebro, aunque yo no podía pronunciarlas, porque en tus manos quedé apresada, como si cadenas fuesen.

  Yo me dejaba hacer, mientras tu respiración alocada se volvía, cuantas ganas acumuladas que atropelladamente salían, tú lamias mis areolas y yo ante tu ser me desmoronaba, era toda tuya… si hubieras querido matarme en ese momento, con mucho agrado te hubiera dejado hacerlo.

  Tus dedos se enredaban como hiedra sobre mi cuerpo, buscando mi gloria, mientras yo buscaba el cielo en tu boca. ¡Arráncame de una vez las bragas! que el manantial se desborda y está aguantando para hacerlo sobre tu boca. Piel de color jazmín, que al acariciarla se sonroja; déjame bajar a tu nenúfar para olerlo, que ya hace tiempo que quería que embriagaras mi nariz, hasta drogarme toda.

  Como analizábamos nuestra anatomía, pensando que esa sería la asignatura que aprobaríamos todos los día. Rodar sobre tu cuerpo eran mis sueños de amigas, ahora que te tengo… ahora te aprieto para sentir que de sueño has pasado a ser mi poesía.


Nadavepo.




jueves, 10 de octubre de 2019

Todos los caminos













  Dicen que todos los caminos llevan a Roma, yo en desacuerdo digo que todos los caminos conducen a tu sexo. ¿Y por qué digo eso? Tu bien lo sabes, porque no hay camino en nuestra trayectoria, donde no hayamos retozado, donde no nos hayamos calentado, donde no te haya forzado en un juego irreverente al que poca gente accede.

  Desinhibidos, a medio desnudar o completamente desnudos, no nos importa que nos pillen en el ajo los guardas del campo, o los senderistas que pasan a nuestro lado distraídos. ¡Cómo me perviertes, cómo nos pervertimos!… sexo duro, sexo consentido, sexo variopinto, donde nos revolcamos en el coche, en la cuneta, o apoyados sobre el tronco de un pino.

  De todo nos servimos, todo utilizamos, para perdernos en el verde del verde deseo que sentimos; lagartos que aplauden, mariposas que se sonrojan, escarabajos que gozan, de vernos follar sobre el rojo de las amapolas. Cuánto colorido sobre nuestros cuerpos, nuestros cuerpos sobre todas las tonalidades del bosque perdidos… ¿cómo podemos fornicar casi levitando en un transparente manantial?

  Melodía inacabable, que suena en todo el valle, son tus gemidos abrazadores, que si no me tapas los oídos como a Ulises, me pierdo tras tus olores; olores a hembra potente, olores a hembra caliente, olores a fémina delicada, que aunque parece querer estar apoyada en una almohada, se hipnotiza cuando es sodomizada sobre unas alpacas de paja.

  Quiero follarte en todos los caminos que llevan a Roma, y cuando tornemos de tan majestuosa ciudad, volveremos a penetrarnos en esos mismos lugares, para dejar nuestra huella al peregrino, que quiera olfatear su destino, ese que quiere, pero que no se ha atrevido a alcanzar.

  Porque para destrozarse amando, hay que estar libre como el ciervo en el campo, no te debe importar que vean tu berrea al natural… tan desnudo, como venimos o nos vamos de este mundo.

  Mátame de placer, hazlo como tú sabes,  como siempre lo has hecho, prolongando el descenso desde la nube de eros, hasta pisar el suelo. Mátame de gusto, como sólo tú sabes hacerlo… con tus palabras, con tus labios superiores, con los inferiores, o con esos que no quiero nombrar, para no dañar de algunos su sensibilidad.


Nadavepo