Un orgasmo es elevar a la máxima potencia la
sensibilidad de mis sentidos.
Olor: mis
fosas nasales se dilatan, captando como un can todos los olores corporales que
tú desprendes, elevando mi libido a límites desconocidos.
Tacto: las
manos serán capaces aunque tengas los ojos vendados, de procesar las curvas de
tu cuerpo, llevándome a la excitación más absoluta.
Vista: mis
ojos se pondrán como platos, dilatando sus pupilas para apreciar tu danza del
placer y los gestos de tu cara en pleno éxtasis, ellos conseguirán subirme al carro del deseo.
Oído: Tus
gemidos, serán audibles por mis pabellones auditivos desde kilómetros de
distancia, lo que me atraerá como el canto de las sirenas a los marinos
perdidos, dejándome varado en la isla del frenesí.
Gusto:
este sentido me ayudara a procesar todos los sabores que desprenden los poros
de tu piel, seré como abeja saboreando el polen de la flores consiguiendo que
una de ellas me envuelva en los pétalos del amor.
Y cuando
todo esto llegue a su punto más álgido, hará que estallemos en pompas de mil
colores que nos elevaran sobre una nube que nos sostendrá tan solo durante unos
breves segundos. Y pensaremos que hemos llegado al orgasmo, pero eso no sucederá
hasta que la nube no se difumine dejándonos caer con suavidad, y en ese trayecto nuestros sentidos se
desconectaran perdiéndolos por
microsegundos. Y cuando de nuevo abramos los ojos y miremos a nuestro
alrededor viendo lo que ha sucedido y recuperando lo que por segundos hemos
perdido.
Hasta que
no completemos todo este ciclo, no sabremos que hemos tenido un orgasmo.
Por eso
cuando estoy contigo, a menudo me vuelvo ciego, sordo y mudo, que lástima que solo dure escasos
segundos.
Nadavepo.