viernes, 26 de abril de 2019

Delirando













  Calor constante siento en mi falo, porque me lo has dejado con tu aliento para siempre tatuado. No sé si es delirio o frenesí enmarcado, pero no paro de excitarme estando o sin estar a tu lado. ¡Cómo disfruto del viento que arrastra hacia mí tu olor a sexo!, olor que mis fosas nasales ha impregnado y que me hacen buscarte como cíclope desbocado.

  Por toda mi piel chispa de placer, quiero que estires mi falo mientras aprieto tus senos hasta que nos crujan los huesos, a ver si desfallecemos o locos nos volvemos devorándonos desde el corazón hasta los sesos.

  Estando junto a ti, caníbal me siento, pues morderte quiero en cualquier lugar de tu cuerpo, arrancando de tu garganta el gemido que se lleva el eco y que luego nos lo devuelve como un trueno, poniéndonos chorreando por fuera y por dentro.

  Como Zeus introduzco mi rayo en tu sexo, qué vómito de lujuria suelta mi cuerpo, al verte retorcerte como un gigantesco tornado, que empieza fino y con el placer se va ensanchando, hasta engullirme entero y no dejar de mi... ni rastro.

  Erótica es..., aquí me paro porque no se expresarlo, pero busco tu ano para incrustarlo en mi dedo, en señal de alianza para arder en el infierno, si allí son capaces de derretirnos o somos nosotros los que nos quemamos.

  Fuego en tus pestañas, tu coño talado y yo en tu césped jugando, que corrida más tremenda, hasta en las Termópilas se han enterado, pues sus fuentes calientes nos han delatado; griego o normando, no lo sé… pero te puedo asegurar que estoy de ti empapado.

  Grecia que se quiebra entre tus piernas, tabú para el mundo, rompeolas para mi cabeza, que se pierde contemplado las curvas que hasta el cielo me llevan.  Rompo tus bragas, porque eso me empalma como si fuese la hiedra que para escalar se prepara, cuantas raíces brotan de mis manos, para tapar tus poros que de gusto se están desangrando.

  El suero de tu vagina quiero para alimentar mis labios, el éter de su aroma para quedar anestesiado, para que puedas hacer a tu merced cualquier operación en mi músculo principal, que queda ante ti tarde o temprano siempre doblegado.

  Sé brutal y embrutéceme sin parar, consigue que como un troglodita por la cueva del deseo no te deje de arrastrar, alíviame pintando mi cuerpo con tu pintura rupestre, la que me desenfoca la que por tu horizonte de gusto me pierde.

  Erotízame con tu bola de cristal, hazme un conjuro excéntrico y genial, úngeme con el viscoso jarabe de tu caldero celestial; y fóllame de una manera desmedida y voraz. Haz magia con tu coño, esa magia que te hace levitar… y que consigue hasta por unos segundos el tiempo parar.

  Vuelan y saltan por mi mente las marcas que tu ropa íntima destapa, acaricio lo que ni tú te has acariciado, porque quiero darte lo que nadie te ha dado, es mi cometido es a lo que me siento obligado… porque te deseo, porque te adoro, porque te amo.



Nadavepo.