lunes, 11 de marzo de 2019

Héroes o Magos












  Como suelo disfrutar el día que bajo a beber en tu manantial, me transportas a una época del pasado donde reinaban los héroes o quizás los magos; pero eso no es lo importante, lo importante es que para entrar en tu cueva sin deambular, no me hace falta pronunciar ninguna frase como “ábrete sésamo”, sólo con acariciar tu péndulo para mi sagrado, se abre ante mis ojos lo más ansiado… tu concha mi pecado, lo que yo más venero, lo que siempre he adorado.

  Agudizas mi frenesí, porque en esos cuentos te has basado, y frotando mi lámpara maravillosa al genio has sacado; que te mira, que delira, que se desboca por entrar en tu boca, para teñirla de azul elevándote a un tercer plano, donde me succionas mientras me coges las manos… tu boca se ha amordazado, esperando el deseo del genio excitado, que te regala un licor tan sagrado, que ni los mismos dioses del Olimpo lo han probado.

  Me pierdo bajo tu falda roja, mientras acaricio tus manzanas tentadoras, y tú me preguntas:

― ¿para qué quieres esa boca?

  Y yo te respondo:

― Para comerte mejor.

  Me dejas perdido y lleno de ansias, cuando huelo tu fragancia, esa que deja en mi la constancia de romperte la hoja de parra, para poder penetrarte, para poder entrar mucho mejor en tu interior, para saciar esas ganas de romperte de placer el alma… y dar la vuelta al mundo en un segundo, sea en globo o en avión.

  Me atrevo a pecar lamiendo tu bonito manjar, me da igual que esté detrás de una urna de cristal, yo lo quiero besar, y si los enanos no me dejan acudiré a la moraleja… pico y pala y no dejes de cavar.

  Flotamos en una alfombra que vuela, mientras gozamos de ver desnudos las estrellas, mientras sus picos en nuestros cuerpos se clavan dándonos espasmos de pasión; abajo el mundo que observa como la alfombra se zamarrea de los embates que le damos al hacer el amor… mientras se deshilacha hilo a hilo, disfrutamos de lo lindo hasta quedar en el vacío los dos.

  Follamos, perduramos, mil y una noche de desenfreno nos juramos, pero cada cual asume su responsabilidad, de no estallar a cada grito, a cada gemido, a cada corrida descomunal… no lo proponemos, pero es imposible parar, yo me corro y tu más.

  Adviérteme de cada bache que en mi camino encuentres, pues sabes bien que tu sexo me ciega y pierdo el rumbo y la cabeza; cuando en frente estamos y como estatuas de sal nos miramos, diluyéndonos en sudor, porque si no lo hacemos al contemplarnos, la desmesura con que choquemos nos derretirá como dos cubitos de hielo… y de nosotros solo quedará  dos gotas de agua o un puñado de sal.

  Atrévete a montar en mi caballo de madera, que te hará subir a lo más alto de la escalera, para cuando en lo más alocado estés, romper ese peldaño que te sostiene, dejándote caer al abismo de la inconsciencia… esa que en tu cuerpo se genera, cuando explotas en el último orgasmo y te derrites de placer.

  Terminaremos rodando por el suelo, mientras nos contempla el mundo entero, y todos gritan… ¡si estos dos no tienen cuidado, se romperán como el cristal en mil pedazos, fornicando a destajo y desmadrados de pasión!


Nadavepo