lunes, 30 de julio de 2018

¡Por favor!











  ¡Por favor!

  Se mi profesora del sexo.

  Dame la primera lección, de cómo morder tu boca, de cómo acariciar tu cuello.

  Dame la asignatura que más me gusta, la anatomía de tu cuerpo.

  Enséñame a pellizcar tus pezones, a comer sin cubiertos en tu sexo.

  Tomo apuntes, de cómo acariciar tu clítoris, de cómo tapar tu otro agujero.

  Muéveme en la enseñanza, de danzar apretado a tus senos, de levitar cuando toques mi miembro.

  Me encanta la clase de música, pues son tus gemidos la escala más brillante, que me ofreces en concierto.

  No dejes de darme ninguna asignatura, pues con ansias la de lengua espero, para que me saques con ella los verbos, arrastrarte, soñarte, y follarte todos tus huecos.

  Matrícula de honor tienes en música, pues cuando tocas mi flauta ¡hasta los canarios trinan!

  Dame clases de matemáticas, pues de un orgasmo me llevo tres, y aunque lo quieras dilucidar no lo podrás entender.

  En geografía quiero aplicarme, pues marcar Venecia en tus carnes, es obra de Miguel Ángel.

  Que decirte de arqueología, pasar por tu garganta hasta llegar a Petra, es como viajar a la luna sin escalera.

  Y de arquitectura ni te cuento, escalar por tus pirámides, es como estar metido en el más maravilloso de los cuentos.

  Decana de la sabiduría eres, pues me das clase de dibujo, y me sacas pintura para todas las paredes.

  Y si después de tanto aprendizaje, ves que te fallo en cualquier asignatura, castígame de cara a la pared mientras frotas mi vara de literatura. Si con esto consigo que le saques lustre suspenderé en cada asignatura, para que con tus polvos mágicos me hagas sabio hasta en clases  de teología.




Nadavepo.






viernes, 6 de julio de 2018

Detrás del túnel













  Atravesábamos el túnel, todo parecía estar claro entre nosotros tres, aunque tú aún no conocías a la tercera persona, pues ella nos esperaba al otro lado del túnel. Me había costado tanto esfuerzo y tanto tiempo exponeros la situación, que jamás pensé que aquella unión llegará a buen puerto, tu aún seguías asustada y temerosa en los últimos kilómetros que quedaban para nuestro encuentro, yo te protegía con mis palabras dándote la seguridad que necesitabas.

  Una habitación, balcón con vistas a la sierra,  tú y yo hechos polvo de tantos kilómetros recorridos, pero la incertidumbre nos mantenía despiertos y alerta, pues no íbamos a esperar ni un segundo más para verla. Suena el teléfono, me suplica que la recoja, la timidez no la deja presentarse por sí sola, hablo contigo diciéndote que voy a recogerla, te beso en la frente, los dos entendemos que no hay vuelta atrás.

  Subo la cuesta, llego a la plaza, allí esta ella esperándome, me mira con la timidez que la caracteriza mientras se acerca hacia mí, se funde conmigo en un abrazo profundo, como si quisiera robarme la seguridad que a ella le falta. Mientras bajamos al hotel, me vas pidiendo calor con sus gestos para afrontar lo que nos espera, yo le hablo con voz pausada intentando tranquilizarla.

  Toco la puerta de la habitación, cual es mi sorpresa cuando te veo abrir la puerta en camiseta y tangas, nos recibes diciéndole a ella, que te perdone por recibirla así, que estabas cansada y acalorada. Yo os presento tratando de moderar la situación, ella te responde que no le importa, entiende el calor que hace, yo con mucha suavidad la invito a desnudarse para que estemos en igualdad de condiciones, ella acepta enseguida aun estando muerta de vergüenza.

  Yo en el centro de la cama, mi sensual rubia a la izquierda y mi erótica morena a la derecha. Yo os cojo las manos, me dedico a hablaros  para familiarizaros  y tranquilizaros, con una situación que de momento nos parece surrealista. Cuando noto que los latidos de vuestro corazón, se han atenuado, me pongo de rodillas frente a vosotras dos, suavemente empiezo a acariciar vuestro pubis por encima de vuestros tangas, la humedad aflora mojando aquellos pequeños retales de tela. Llega un momento que las respiraciones se aceleran, es el momento de despojaros de vuestras bragas para introduciros mis dedos, en vuestras repujadas vaginas ¡que trabajo me cuesta describir dicha imagen, la libido me ciega!

  Empiezo a masturbaros cada vez con más frenesí,  ya lleváis rato gimiendo in crescendo, la belleza del sexo aflora en vuestras caras, sin poder evitarlo os digo que os miréis a la cara, tardáis unos segundos en reaccionar, pues el placer os tiene desorientadas. Os miráis, observo que os excitáis mirándoos, por lo que aprovecho para ordenaros que os cojáis los pechos, me asombra ver que no titubeáis ni un segundo en cogeros los senos. Introduzco más presión, exigiendo que os apretéis los pezones mutuamente, sin rechistar obedecéis y los gemidos suben un peldaño más.

  Creo, que os habéis corrido sigilosamente varias veces, pero como no queriendo dar pistas de hasta qué punto, estáis salidas de madre. Yo me siento dueño de vosotras, me tomo todas las libertades y te digo a ti Dalila que mires sin quitar la vista, como me chupa el falo Kala , no sólo miras también te atreves a participar acariciando mis testículos. La situación está candente en demasía, el sudor brota de nuestros poros, nuestros cuerpos podrían patinar unos encimas de otros. Tu Dalila estás en tal punto, que le recoges el pelo a Kala, para que yo pueda ver perfectamente como mi verga se pierde dentro de su boca, tú la animas ayudándola mientras aprietas mis huevos sin mesura.

  Todo está sin orden ni concierto, sólo ardor, lujuria, frenesí, incluso un ligero toque de locura. En este punto ya se ha perdido la vergüenza, hemos  abandonado el pudor, y estamos entregados a fundirnos tres cuerpos en uno, después de acariciarnos por todos los recovecos de nuestros cuerpos, Dalila en un alarde de exaltación, me ruega que folle a Kala quiere observarnos muy de cerca. Yo galopo sin estribos y a galope tendido, Dalila aprieta con todas sus fuerzas la teta de Kala, y con la otra mano aprieta mi culo llegando a arañarlo. Mi morena está de pie junto a mí, mientras follo a mi rubia que esta de rodillas, yo la voy masturbando, es un aperitivo para lo que las ordenaré.

  Ordeno a Dalila que me traiga la fusta, y que seguidamente se tumbe delante de Kala que esta de rodillas y penetrada, a mi depravada rubia le mando masturbar a Dalila con la mayor de las delicadezas, eso la pervierte de tal manera que empieza a dilatar su ano, buscando que pase de follarla por el coño a penetrar su culo, este estado de lujuria no hace nada más que acrecentar la locura del momento, que se nos va de las manos. Mi loba morena, empieza a subir su tono de voz mientras mi perra rubia la masturba, sus aullidos son ensordecedores, estos gritos no paran de acelerar a Kala que desbocada no para de chillar. Tengo que azotarla intensamente intentando que baje el tono de sus gritos, mientras la ordeno tapar la boca a Dalila que no para de gritar, es una danza bocal que no para de subir de decibelios.

  Caemos los tres revueltos en la cama, bendito aquelarre del mago con sus brujas, todo son orgasmos cocinados a todo gas, leguas entrelazada como serpientes, caminos dibujados por sádica saliva, convulsiones de maligno deseo, atroces vaginas devoradoras de placer, pezones punzante que son mi potro de tortura. Las detengo cogiéndolas por el pelo, tengo que hacerlas sincronizar como sirenas en el agua, lo entienden a la perfección y buscan un movimiento al unísono, la rubia empieza a lamer mi pezón izquierdo, la morena el derecho, suben sus nalgas sobre mis pies sincronizadamente, y a un ritmo de reloj empiezan a masturbarme y acariciar mis testículos, como si lo tuviesen ensayado de toda la vida, se van turnando con un orden casi militar, divinas manos que como terciopelo acarician mis partes erógenas, saben que queda poco para mi eyaculación.

  Esta formación empieza a ponerlas tan cachondas como lo estoy yo, un coro de sopranos y tenor empiezan a gemir, es imparable la carrera que emprendemos, una subida a la montaña que nos hará despeñarnos sin paracaídas. No puedo más, saciadas ellas creo que merezco una erupción volcánica sin precedentes, el ritmo es frenético en mi mente, serpentinas de colores empiezan a asomar suavemente, hasta que de golpe una explosión de confetis me hace escupir semen a diestro y siniestro, leche para los senos de mi morena y leche para el culo de mi rubia. Condecoradas quedan con el orgullo del trabajo bien hecho, quedamos desperdigados entre las sabanas, no sé cuánto tiempo necesitamos para recuperarnos.

  Una vez casi recompuestos, nos abrazamos con una dulzura desmedida, y yo empecé a mimar con una ternura indescriptible a quienes me miman en cada gesto, en cada palabra, en cada parpadeo, en cada caricia. Sólo articule dos palabras antes de irnos para la ducha.

―¡Os adoro!

  Antes de levantarnos, miramos por el balcón hacia el horizonte, pensando que algo maravilloso había empezado en aquel mismo instante, que sería imparable como los tres días siguientes y las cosas que acontecieron en aquella misma habitación.



Nadavepo.