miércoles, 14 de agosto de 2019

El viaje interestelar













  Hoy, he despertado cogido de tu mano, que sensación más extraordinaria saber que eres el cordón umbilical, que me une a nuestra nave espacial. Empiezas a abrir los ojos y comienza la cuenta atrás, estamos calentando motores para empezar nuestro viaje interestelar.

  El sonido de nuestro deseo es atronador, ¡quiero que follemos antes de que suene el despertador! Bordearemos la vía láctea pasando por la constelación esmeralda, hasta que tu carne se torne roja, del rubor que el placer le proporciona.

  Jugaré a acariciar tus estrellas, mientras tú lames todos mis planetas. Preámbulo de una salida espectacular, que nos llevará a lo más profundo de la galaxia denominada desear.

  Saco de mi base interdental mi nave espacial, que va al encuentro de tu agujero negro, donde se precipita aterrizando en su entrada, tus vibraciones hacen que ésta, en lo más profundo se hunda, y tú, como sirena suenas, avisando que todo tu planeta venus se agita. ¡Que miedo me das, parece que vas a estallar! pero la luna de tu cara me dice, que te romperás en mil pedazos, pero en unos segundos te recompondrás.

  Tú acomodas mi cohete, lamiéndolo, besándolo, preparándolo para hacer el viaje más placentero, quieres que atraviese tu anillo de Saturno, para que saltemos hasta otro mundo, y tras minutos de placer volvamos a poner los pies en la tierra, para seguir lamiéndonos, devorándonos a besos, buscando nuestros botones de ascenso, al séptimo cielo.

  Estamos en el espacio, sin gravedad, yo me agarro a tu garganta, para poderme a tu boca acoplar, lanzadera que entra en tu hangar, la succionas, la lames, la frotas… y como en un cuento, quieres que cíclope acaricie tus labios, para perdernos una vez más en el espacio interestelar.

  Seremos como pompas de jabón, que a falta de oxígeno en el planeta marte se posarán a punto de culminar, y tú me sonreirás diciendo: ¡ya no puedo más! quiero en este orgasmo saltar contigo por los aires, y que la brisa nos lleve a cualquier parte… pues acoplada a ti, seré reina en cualquier planeta, me da igual donde sea.



Nadavepo






miércoles, 7 de agosto de 2019

De la dulzura a la lujuria













  ¡Oh Dios! Que milagro es…

  El efecto terapéutico que sobre mi cuerpo ejercen tus dulces palabras, de amor o de cariño, incluso de lo que me cuentas que pasa en el mundo. Palabras que me curan, que me sanan, palabras con las que traes hacia mí la calma.

  No sabes cómo me maravilla, que con tus palabras me lleves hasta la otra orilla. Cuando quieres de mí hacer un semental, con la máxima lujuria me las sueles soltar. Palabras que me desbocan, que hacen que me arda la boca, en deseos de lamer tus axilas, donde está el cofre de las palabras obscenas, que a nosotros nos parecen tan bellas.

  Desabrochas mi piel dejándome totalmente desnudo. Pudor desconocido, pecado superado, sexo desatado, bragas rotas, colmillos afilados, ¡cómo deseo tenerte a mi lado!… para morderte la piel,  con la misma fuerza que la abeja punza la flor, para extraer su miel.

  Oscuridad que me nubla la mente, deseando hacerte cosas de lo más indecentes, porque tú me lo pides, porque tú las quieres. Trinas muy alto, lo suficiente para enmudecer el murmullo de la gente, y perdernos en nuestros libidinosos deseos, de correr desnudos, de corrernos por dentro… que por fuera ya nos miramos a nuestros ojos, que nos delatan como pinocho se delataba ante su maestro.

  Poses desatadas, desconocidas, afiladas, cuerpos que no pueden detenerse ante el placer que en pleno éxtasis, ellos emanan. Retorcidos como serpientes, nuestros órganos de cualquier manera se enlazan, porque se necesitan, porque sedientos andan… como no saciarlo hasta que llegue el alba.

  Ruedo por el suelo, con sólo un sueño, que te subas sobre mi cuerpo, para hacerte volar como en una alfombra mágica...

  Visitaremos el Egipto de los faraones, donde follaremos como leones; las termas romanas, donde a bocados arrancaré tus bragas; pasaremos por los templos de los Aztecas, donde beberé de tus tetas hasta ponerlas tersas de placer; andaremos por algún museo inglés, donde nos daremos lecciones de anatomía; y como colofón contemplaremos una ópera, donde seremos los protagonistas, tú te correrás como soprano y yo como tenor te ofreceré… el aria más hermoso que hombre alguno pueda cantar de gozo.


Nadavepo.