Me
pediste que te azotara, que fuese tu amo… al principio no lo entendí, porque a
eso nunca habíamos jugado.
Te pregunté ¿hay algo que se nos escapa de
las manos?, tú me respondiste… para nada, es algo que me pide el cuerpo y no es
un juego, quiero sentirlo quiero probarlo.
Deseo sentir, tus dedos pasando por el borde
de los azotes en mi culo marcado… abrumadora
sensación, que hará desbordar el placer de mi corazón.
Acorazada, ansió servirte para lo bueno, para
lo malo… te lo suplico, marca mis pechos con un bocado, de tus dientes
hermosamente nacarados.
Obedeceré sin rechistar, todo aquello que vos
me mande mi amo… se lo ruego, súbame a la cúspide del placer eternamente
celestial, para luego dejarme caer en el pozo más mundano.
Mi señor, mis nalgas amortiguarán los
castigos de sus manos… para enrojecidas, dibujarle un cuadro del averno más
deseado.
Pezones flagelados, boca entreabierta por la
bola del pecado… mientras al unísono babean mis labios, los de arriba, los de
abajo.
Cuero apretado, que hace que mi clítoris
resuelle, esperando el consuelo más deseado… muerda mi lengua, y libe todo el
néctar de la lujuria aquí encerrada.
Y ahora mi señor, que ya sabe todo lo que
quiero acariciar, con mi mente y con mis manos… ¡proceda! por favor no calle,
hable y responda.
Procederé, seré su señor, seré su amo, pero
ante todo un caballero… que la protegerá como se protege a una dama, ante el
fuego de un dragón o la inclemencia de un tornado.
Nadavepo.