martes, 14 de junio de 2016

Azótame












  Me pediste que te azotara, que fuese tu amo… al principio no lo entendí, porque a eso nunca habíamos jugado.

  Te pregunté ¿hay algo que se nos escapa de las manos?, tú me respondiste… para nada, es algo que me pide el cuerpo y no es un juego, quiero sentirlo quiero probarlo.

  Deseo sentir, tus dedos pasando por el borde de los azotes en mi culo marcado… abrumadora  sensación, que hará desbordar el placer de mi corazón.

  Acorazada, ansió servirte para lo bueno, para lo malo… te lo suplico, marca mis pechos con un bocado, de tus dientes hermosamente nacarados.

  Obedeceré sin rechistar, todo aquello que vos me mande mi amo… se lo ruego, súbame a la cúspide del placer eternamente celestial, para luego dejarme caer en el pozo más mundano. 

  Mi señor, mis nalgas amortiguarán los castigos de sus manos… para enrojecidas, dibujarle un cuadro del averno más deseado.

  Pezones flagelados, boca entreabierta por la bola del pecado… mientras al unísono babean mis labios, los de arriba, los de abajo.

  Cuero apretado, que hace que mi clítoris resuelle, esperando el consuelo más deseado… muerda mi lengua, y libe todo el néctar de la lujuria aquí encerrada.

  Y ahora mi señor, que ya sabe todo lo que quiero acariciar, con mi mente y con mis manos… ¡proceda! por favor no calle, hable y responda.

  Procederé, seré su señor, seré su amo, pero ante todo un caballero… que la protegerá como se protege a una dama, ante el fuego de un dragón o la inclemencia de un tornado. 




Nadavepo.




  

jueves, 2 de junio de 2016

Tu mágico enchufe












  Me levanto a las seis de la mañana, preparo el café a toda prisa la primera taza se derrama, la tostadora quema el pan.

  Cojo las llaves del coche y salgo a toda prisa, cuando llego al garaje  encuentro una rueda del coche pinchada, no tengo tiempo para cambiarla corro para coger un taxi. Para cuando llego al trabajo ya es tarde, mi jefe me espera con cara destemplada, otro día otra bronca más.

  Después de una mañana de locura laboral, como en el bar de la esquina, en el cual es asqueroso hasta lo que se puede comer. Vuelvo a acabar el resto de la jornada de trabajo, tediosa y eterna se me hace la tarde.

  Salgo para casa y como colofón, el atasco de última hora. Llego a mi hogar, hastiado, cansado y cargado de negatividad, tú estás esperándome pero no me preguntas como he pasado el día, pues tú ya lo sabes.

  Me desabrochas la corbata, me quitas los zapatos y me sientas en el sofá. Desapareces del salón para darme unos minutos de solaz, es tu forma de prepararme para lo que viene a continuación.

  Vuelves al cabo de un rato totalmente desnuda, sin preámbulo te arrodillas ante mí, bajas mi cremallera y apartando el bóxer coges entre tus angelicales manos mi dorada clavija, suavemente la besas la lames con dulzura, empiezas a cargarla de corriente estática.

  Me conoces bien, cuando más cargada esta haces una magistral parada, dejando bajar los electrones negativos hasta expulsarlos.

  Amartillas tu boca de labios de fresa sobre mi clavija, esta vez ya iluminada por el color de la pasión más desbordante. Sin darme tregua, buscas cargarla de nuevo, pero esta vez de electrones positivos.

  Una vez alcanzado el objetivo, me desnudas sutilmente de cintura para abajo, con un movimiento firme atrapas mi clavija ya plateada por el desbordante gozo que está sufriendo. No hace falta decir que la introduces en tu mágico enchufe, voltios azules recorren todas las neuronas de mi cuerpo.

  Y cuanto más aguzas tú invalorable  enchufe sobre mi falo, más y más descargas de placer eterno, pasean por mi cuerpo. Mi mente queda en blanco, ya no recuerdo nada de este nefasto día.

  Tú ni tan siquiera te inmutas, solo sigues soltando chispas de colores sobre mi pene, insistes una y otra vez con tus descargas hasta que me llevas a un punto de no retorno, ese punto donde estallo como un tremendo rayo, soltando electrones positivos que funden nuestros fusibles, llevándonos al más atronador orgasmo.

  Caigo hacia atrás sin poder abrir los ojos, tú ya sabes que me has reseteado por lo que te levantas y partes hacia la ducha. Yo quedo reflexionando, y me digo…

  Que día tan estupendo he pasado contigo, acoplado a tu mágico enchufe y olvidado del mundanal ruido.




Nadavepo.