lunes, 13 de octubre de 2025

El Espejo Dorado (Segunda Parte)

 


morbosa carrera sensual, que ninguno de los dos sabia quien acabaría primero.

 El cierre de metal que el vestido tenía en la espalda, fue abierto por Asdrúbal liberando la tela de seda, que por un instante se aferró al cuerpo de ella como en un último suspiro. El, con la maestría de quien conoce cada línea y curva de la arquitectura femenina, solo uso dos dedos para dejar caer el vestido como una hoja descolgada por el viento.

 Rut  se sostuvo firme, sus ojos arco iris fijos sobre el espejo, no querían perderse el momento en el que una mujer vestida se transformaría en una silueta femenina desnuda. El brillo de sus pupilas era un fuego gélido, una mezcla de placer por contemplar la belleza de su cuerpo desnudo y la excitación por la expectación de su amante.

 El esmoquin de Asdrúbal, rozó la tela de seda del vestido de Rut mientras este se deslizaba por su cuerpo. El inclino la cabeza y deposito un suave y cálido beso en su nuca, el fuego de sus labios creo un escalofrió en el cuerpo de Rut… que nada tenía que ver con la temperatura de la habitación.

      -"Es un desperdicio, que la escultura perfecta de tu cuerpo este cubierta por este retal de tela" 

      Susurro Asdrúbal refiriéndose a su precioso traje negro. Mientras sus manos acariciaban los hombros desnudos de Rut.  

      -"El arte debe ser apreciado, primero insinuado y luego desnudo" 

       Replicó ella con un hilo de voz casi inaudible por alguien que no estuviera entre los dos, mientras seguía contemplando la desnudez de su cuerpo en el espejo.

El traje de Rut había caído, haciendo un montón de elegante tela negra a sus pies. La piel morena de Rut era ahora la protagonista absoluta, iluminada por la luz de los candelabros. En el reflejo dorado que creaban esos marcos, la silueta de la mujer, con la espalda arqueada y la cabeza levemente echada hacia atrás, era el centro de la obra.




 Asdrúbal rodeó su cintura con sus brazos, atrayéndola hasta apretar su espalda contra su pecho. El contraste era absoluto: la suavidad aterciopelada de su piel contra la rigidez de la camisa del esmoquin de Asdrúbal, pero aun así el contacto directo de sus cuerpos, encendió la chispa que había estado danzando entre ellos.

 Ella se recostó totalmente contra él, sintiendo la firmeza de su cuerpo. El caballero del esmoquin, que había estado estático en modo contemplativo… era ahora un participante más que activo.

 Rut cerró sus ojos, ya no necesitaba contemplar. El reflejo de ellos dos en el espejo, era un recuerdo bello y hermoso en su mente, pero la pura realidad estaba detrás de ella, la urgencia por sentir, degustar, oler, era infinitamente superior a lo que podía soñar en aquel momento.

      -"No te alejes" 

      Ordeno ella con un profundo suspiro, con el tono de una reina que da una orden, sabiendo que no será desobedecida.

 El no contesto con palabras, en esta ocasión fueron sus manos las que hablaron explorando cada rincón de su cuerpo. Con un movimiento suave y resuelto, Asdrúbal, levanto sus brazos empezando a besar y lamer sus axilas. Poniendo a Rut en una marcha difícil de parar.

 La imagen final llego en forma de resultado, la mujer morena de ojos color indescifrable se encontraba entre los brazos de un...


 Alejandro Maginot.


 Continuara...


sábado, 11 de octubre de 2025

El Espejo Dorado (Primera Parte)

 


  La seda fría del vestido de noche de color negro, se deslizaba sobre la piel morena de Rut como una sombra a cada paso que daba, ajustándose con una precisión impecable a cada curva  de su cuerpo. Ella se detuvo frente al espejo, un espejo de marco dorado y ornamentado con una serie de filigranas que le daban un toque renacentista, una pieza muy antigua que reflejaba la luz suave de la habitación… multiplicando el brillo de las perlas de su collar.

 Sus ojos hacían un contraste asombroso según la luz que les llegaba, bailaban entre azul, verde o color miel. Imposible definirlos en aquella habitación de luz tenue, su mirada era un reflejo lento y delicado de su propia imagen. La imagen de una mujer que se encontraba en la cúspide de su belleza y poder.

 El collar de perlas blancas, perfectamente colocado en su cuello, era la única nota de inocencia en un conjunto de pura seducción. Lentamente alzo la mano y toco el broche del collar, su respiración se agitaba al imaginar el roce de otros dedos intentando desabrocharlo.




 Al fondo de la habitación, sentado en un sillón de cuero de la misma época que el espejo dorado, se encontraba Asdrúbal. Estaba inmóvil contemplando absorto la escena, vestido con un impecable esmoquin rematado con su pajarita de seda. Parecía estar camuflado en la penumbra del habitáculo, su mirada no expresaba un deseo vulgar, mostraba una contemplación profunda, como el que medita contemplando un cuadro del Prado.

 La tensión entre ellos era palpable, un hilo invisible que vibraba en el aire hacia que sus mentes estuviesen coordinadas. Al igual que él, Rut lo intuía, así que giro su cabeza solo lo suficiente para atrapar  el reflejo de Asdrúbal junto al suyo en el espejo. En ese instante fugaz, sus ojos casi multicolores se encontraron con los de Asdrúbal, que reflejaban una calma profunda. Una sonrisa suave y cargada de significado curvó levemente sus labios, mientras en su mente de preguntaba: ¿Es este el momento? ¿Me estas esperando? 

 Asdrúbal no necesito preguntarse nada, se levantó lentamente del sillón y con el movimiento tranquilo y deliberado de un depredador se dirigió a su presa, caminando sigilosamente hasta detenerse justo detrás de su espalda. Su presencia, caliente y masculina envolvió totalmente a Rut.

 Asdrúbal inclino su rostro y murmuro con una voz profunda:

      - "Perfecta".

Sus manos no tocaron la tela del vestido, se posaron suavemente sobre el cuello de Rut, justo sobre el cierre del collar. Ella cerró sus ojos sintiendo el calor de sus dedos sobre su piel. Con una lentitud exasperante, Asdrúbal desabrocho el collar de perlas sin dejar de mirarla a través del espejo. Las perlas cayeron sobre la palma de la mano de ella, haciendo un suave ruido.

 Libre de la única restricción, el vestido negro de Rut parecía vibrar con anticipación. Asdrúbal deslizo sus dedos por el escote del vestido, subiendo con su dedo índice, marcando un erótico camino desde el esternón hasta su cuello.

 Un gesto de placer se dibujó en los labios de Rut. La caída del collar sobre la palma de sus manos, fue el inicio de salida de una


      Alejandro Maginot.


       Continuara...