Como
suelo disfrutar el día que bajo a beber en tu manantial, me transportas a una época
del pasado donde reinaban los héroes o quizás los magos; pero eso no es lo
importante, lo importante es que para entrar en tu cueva sin deambular, no me hace
falta pronunciar ninguna frase como “ábrete sésamo”, sólo con acariciar tu péndulo
para mi sagrado, se abre ante mis ojos lo más ansiado… tu concha mi pecado, lo
que yo más venero, lo que siempre he adorado.
Agudizas mi frenesí, porque en esos cuentos
te has basado, y frotando mi lámpara maravillosa al genio has sacado; que te
mira, que delira, que se desboca por entrar en tu boca, para teñirla de azul elevándote
a un tercer plano, donde me succionas mientras me coges las manos… tu boca se
ha amordazado, esperando el deseo del genio excitado, que te regala un licor
tan sagrado, que ni los mismos dioses del Olimpo lo han probado.
Me pierdo bajo tu falda roja, mientras acaricio
tus manzanas tentadoras, y tú me preguntas:
― ¿para qué
quieres esa boca?
Y yo te respondo:
― Para
comerte mejor.
Me dejas perdido y lleno de ansias, cuando
huelo tu fragancia, esa que deja en mi la constancia de romperte la hoja de
parra, para poder penetrarte, para poder entrar mucho mejor en tu interior,
para saciar esas ganas de romperte de placer el alma… y dar la vuelta al mundo
en un segundo, sea en globo o en avión.
Me atrevo a pecar lamiendo tu bonito manjar,
me da igual que esté detrás de una urna de cristal, yo lo quiero besar, y si
los enanos no me dejan acudiré a la moraleja… pico y pala y no dejes de cavar.
Flotamos en una alfombra que vuela, mientras
gozamos de ver desnudos las estrellas, mientras sus picos en nuestros cuerpos
se clavan dándonos espasmos de pasión; abajo el mundo que observa como la
alfombra se zamarrea de los embates que le damos al hacer el amor… mientras se
deshilacha hilo a hilo, disfrutamos de lo lindo hasta quedar en el vacío los
dos.
Follamos, perduramos, mil y una noche de
desenfreno nos juramos, pero cada cual asume su responsabilidad, de no estallar
a cada grito, a cada gemido, a cada corrida descomunal… no lo proponemos, pero
es imposible parar, yo me corro y tu más.
Adviérteme de cada bache que en mi camino
encuentres, pues sabes bien que tu sexo me ciega y pierdo el rumbo y la cabeza;
cuando en frente estamos y como estatuas de sal nos miramos, diluyéndonos en
sudor, porque si no lo hacemos al contemplarnos, la desmesura con que choquemos
nos derretirá como dos cubitos de hielo… y de nosotros solo quedará dos gotas de agua o un puñado de sal.
Atrévete a montar en mi caballo de madera,
que te hará subir a lo más alto de la escalera, para cuando en lo más alocado estés,
romper ese peldaño que te sostiene, dejándote caer al abismo de la inconsciencia…
esa que en tu cuerpo se genera, cuando explotas en el último orgasmo y te
derrites de placer.
Terminaremos rodando por el suelo, mientras
nos contempla el mundo entero, y todos gritan… ¡si estos dos no tienen cuidado,
se romperán como el cristal en mil pedazos, fornicando a destajo y desmadrados
de pasión!
Nadavepo
Lo leído como un cuento , pero un cuento con una buena dosis de sensualidad , pasión y deseo desenfrenado ..bellas palabras son las que dejas escritas en este relato , nos llevas a las mil y una noche con su lámpara mágica y el manantial sagrado ..de seguir así no me cabe duda que terminen extenuados ...
ResponderEliminarGracias por dejarnos que la imaginación navegue por mares donde su licor nadie lo haya probado ..
Un abrazo y feliz semana.
Gracias mi querida amiga por tu grato comentario, quería reflejar el frenesí de esta pareja de una forma desmedida, espero haberlo logrado aunque sea de refilón. Una veza más te doy las gracias querida Campirela por tus letras de reflexión. Un abrazo con todo mi cariño y feliz resto de semana.
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