martes, 6 de enero de 2015

Tu primera vez







  Tu vello se erizo.
 Tu piel se puso de gallina.
 Tus pezones asustados, a la vez que punteaban se encogían.
 Tus piernas apretadas, el placer de tu vulva contenían.
 Tus labios cerrados, en contra de tu voluntad se abrían.
 No podías predecir el orgasmo, con un hombre como seria.
 Tu mente se nublaba,  con los ojos entreabiertos no veías.
 Todo se te amontonaba,  disfrutar del placer de tu cuerpo no sabías.
 Pero te acaricie con una delicadeza extrema, como se roza la porcelana milenaria china.
 Y tú te sentiste cálida y comprendida.
 Amortiguando tus nervios y dejándote llevar por nuestra poesía.
 Tu cuerpo antes rígido, paso a ser flexible como el bambú al amanecer el día.
 Y sin control ni experiencia.
 Abriste tus puertas para que salieran los jugos afrutados de entre tus piernas.
 Yo los libe hasta saciarme, en ese momento supe que se habían cambiado las tornas.
 Pase de profesor a convertirme en aprendiz de primaria.
 Ahora eres tú la que me enseñas a regocijarme.
 Con los placeres que salen de nuestras entrañas.



Nadavepo.  



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