Atravesábamos el túnel, todo parecía estar
claro entre nosotros tres, aunque tú aún no conocías a la tercera persona, pues
ella nos esperaba al otro lado del túnel. Me había costado tanto esfuerzo y
tanto tiempo exponeros la situación, que jamás pensé que aquella unión llegará
a buen puerto, tu aún seguías asustada y temerosa en los últimos kilómetros que
quedaban para nuestro encuentro, yo te protegía con mis palabras dándote la
seguridad que necesitabas.
Una habitación, balcón con vistas a la
sierra, tú y yo hechos polvo de tantos
kilómetros recorridos, pero la incertidumbre nos mantenía despiertos y alerta,
pues no íbamos a esperar ni un segundo más para verla. Suena el teléfono, me
suplica que la recoja, la timidez no la deja presentarse por sí sola, hablo
contigo diciéndote que voy a recogerla, te beso en la frente, los dos
entendemos que no hay vuelta atrás.
Subo la cuesta, llego a la plaza, allí esta
ella esperándome, me mira con la timidez que la caracteriza mientras se acerca
hacia mí, se funde conmigo en un abrazo profundo, como si quisiera robarme la
seguridad que a ella le falta. Mientras bajamos al hotel, me vas pidiendo calor
con sus gestos para afrontar lo que nos espera, yo le hablo con voz pausada
intentando tranquilizarla.
Toco la puerta de la habitación, cual es mi
sorpresa cuando te veo abrir la puerta en camiseta y tangas, nos recibes
diciéndole a ella, que te perdone por recibirla así, que estabas cansada y
acalorada. Yo os presento tratando de moderar la situación, ella te responde
que no le importa, entiende el calor que hace, yo con mucha suavidad la invito
a desnudarse para que estemos en igualdad de condiciones, ella acepta enseguida
aun estando muerta de vergüenza.
Yo en el centro de la cama, mi sensual rubia
a la izquierda y mi erótica morena a la derecha. Yo os cojo las manos, me
dedico a hablaros para
familiarizaros y tranquilizaros, con una
situación que de momento nos parece surrealista. Cuando noto que los latidos de
vuestro corazón, se han atenuado, me pongo de rodillas frente a vosotras dos,
suavemente empiezo a acariciar vuestro pubis por encima de vuestros tangas, la
humedad aflora mojando aquellos pequeños retales de tela. Llega un momento que
las respiraciones se aceleran, es el momento de despojaros de vuestras bragas
para introduciros mis dedos, en vuestras repujadas vaginas ¡que trabajo me cuesta
describir dicha imagen, la libido me ciega!
Empiezo a masturbaros cada vez con más
frenesí, ya lleváis rato gimiendo in
crescendo, la belleza del sexo aflora en vuestras caras, sin poder evitarlo os
digo que os miréis a la cara, tardáis unos segundos en reaccionar, pues el
placer os tiene desorientadas. Os miráis, observo que os excitáis mirándoos,
por lo que aprovecho para ordenaros que os cojáis los pechos, me asombra ver
que no titubeáis ni un segundo en cogeros los senos. Introduzco más presión,
exigiendo que os apretéis los pezones mutuamente, sin rechistar obedecéis y los
gemidos suben un peldaño más.
Creo, que os habéis corrido sigilosamente
varias veces, pero como no queriendo dar pistas de hasta qué punto, estáis
salidas de madre. Yo me siento dueño de vosotras, me tomo todas las libertades
y te digo a ti Dalila que mires sin quitar la vista, como me chupa el falo Kala
, no sólo miras también te atreves a participar acariciando mis testículos. La
situación está candente en demasía, el sudor brota de nuestros poros, nuestros
cuerpos podrían patinar unos encimas de otros. Tu Dalila estás en tal punto,
que le recoges el pelo a Kala, para que yo pueda ver perfectamente como mi
verga se pierde dentro de su boca, tú la animas ayudándola mientras aprietas
mis huevos sin mesura.
Todo está sin orden ni concierto, sólo ardor,
lujuria, frenesí, incluso un ligero toque de locura. En este punto ya se ha
perdido la vergüenza, hemos abandonado
el pudor, y estamos entregados a fundirnos tres cuerpos en uno, después de
acariciarnos por todos los recovecos de nuestros cuerpos, Dalila en un alarde de
exaltación, me ruega que folle a Kala quiere observarnos muy de cerca. Yo
galopo sin estribos y a galope tendido, Dalila aprieta con todas sus fuerzas la
teta de Kala, y con la otra mano aprieta mi culo llegando a arañarlo. Mi morena
está de pie junto a mí, mientras follo a mi rubia que esta de rodillas, yo la
voy masturbando, es un aperitivo para lo que las ordenaré.
Ordeno a Dalila que me traiga la fusta, y que
seguidamente se tumbe delante de Kala que esta de rodillas y penetrada, a mi
depravada rubia le mando masturbar a Dalila con la mayor de las delicadezas,
eso la pervierte de tal manera que empieza a dilatar su ano, buscando que pase
de follarla por el coño a penetrar su culo, este estado de lujuria no hace nada
más que acrecentar la locura del momento, que se nos va de las manos. Mi loba
morena, empieza a subir su tono de voz mientras mi perra rubia la masturba, sus
aullidos son ensordecedores, estos gritos no paran de acelerar a Kala que
desbocada no para de chillar. Tengo que azotarla intensamente intentando que
baje el tono de sus gritos, mientras la ordeno tapar la boca a Dalila que no
para de gritar, es una danza bocal que no para de subir de decibelios.
Caemos los tres revueltos en la cama, bendito
aquelarre del mago con sus brujas, todo son orgasmos cocinados a todo gas,
leguas entrelazada como serpientes, caminos dibujados por sádica saliva,
convulsiones de maligno deseo, atroces vaginas devoradoras de placer, pezones
punzante que son mi potro de tortura. Las detengo cogiéndolas por el pelo,
tengo que hacerlas sincronizar como sirenas en el agua, lo entienden a la
perfección y buscan un movimiento al unísono, la rubia empieza a lamer mi pezón
izquierdo, la morena el derecho, suben sus nalgas sobre mis pies
sincronizadamente, y a un ritmo de reloj empiezan a masturbarme y acariciar mis
testículos, como si lo tuviesen ensayado de toda la vida, se van turnando con
un orden casi militar, divinas manos que como terciopelo acarician mis partes
erógenas, saben que queda poco para mi eyaculación.
Esta formación empieza a ponerlas tan
cachondas como lo estoy yo, un coro de sopranos y tenor empiezan a gemir, es
imparable la carrera que emprendemos, una subida a la montaña que nos hará
despeñarnos sin paracaídas. No puedo más, saciadas ellas creo que merezco una
erupción volcánica sin precedentes, el ritmo es frenético en mi mente,
serpentinas de colores empiezan a asomar suavemente, hasta que de golpe una
explosión de confetis me hace escupir semen a diestro y siniestro, leche para
los senos de mi morena y leche para el culo de mi rubia. Condecoradas quedan
con el orgullo del trabajo bien hecho, quedamos desperdigados entre las
sabanas, no sé cuánto tiempo necesitamos para recuperarnos.
Una vez casi recompuestos, nos abrazamos con
una dulzura desmedida, y yo empecé a mimar con una ternura indescriptible a
quienes me miman en cada gesto, en cada palabra, en cada parpadeo, en cada
caricia. Sólo articule dos palabras antes de irnos para la ducha.
―¡Os adoro!
Antes de levantarnos, miramos por el balcón
hacia el horizonte, pensando que algo maravilloso había empezado en aquel mismo
instante, que sería imparable como los tres días siguientes y las cosas que
acontecieron en aquella misma habitación.
Nadavepo.
No es una extensión, es una prolongación alucinante de un relato inacabado. No puedo más que darte las gracias por haber adornado con tan bonitas palabras este relato aún por acabar.Gratitud siempre por aportarme tantas ideas, que a veces consigo plasmar en un papel. Querida Eva, te deseo un precioso fin de semana mandándote un abrazo, y si me lo permites te mando muchos besos... Muakkkkkkkkkkkkkk
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