sábado, 18 de octubre de 2014

Regaliz negro








Yo lamia tu cuerpo, con la misma pasión que chupaba mi regaliz negro.
Que sabor más suave tenías, entre gusto a menta y canela mi lengua se perdía.
Al olerte yo la cabeza perdía, por arriba a ébano y flores tropicales olías.
Y entre tus piernas, todas las fragancias de los mares tenías.
Entre sabores y fragancias mi cuerpo envolvías, dilatando mis fosas nasales que ya gemían.
Mi vástago ya se endurecía, por el roce de tus manos que con suavidad lo pulían.
Y mi lengua impulsaba la perla de tu ostra, que ya casi en la cúspide se sentía.
Y nuestros orgasmos entre chocolate y nata florecían.
 Y todo esto terminaba en una ducha, entre agua cálida y fría.





Nadavepo.



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