martes, 16 de agosto de 2016

Sorpresa












  Me despediste con un beso en los labios, yo partía hacia el trabajo como cada mañana. El horario de mi jornada laboral era lo que tu más odiabas, pues me ocupaba todo el día y siempre regresaba a casa agotado. Tú siempre echabas de menos el sexo, pero yo con el ritmo de vida que llevaba no te lo podía proporcionar.

  Pero aquella mañana fue diferente, llegado al trabajo me informaron que la red eléctrica había caído, que no se podría activar hasta el día siguiente. Así que regrese hacia mi hogar con la intención de darle una sorpresa a Sofía.

  Cuando llegué a casa imaginé que ella podría estar durmiendo, pues gustaba de levantarse tarde, así que abrí la puerta con mucho cuidado para no hacer ruido. Me encontraba en el salón y decidí desnudarme, para no molestar a Sofía encendiendo la luz del dormitorio.

  Me dirigí hacia el corredor, desde lejos observe que la puerta de nuestra habitación estaba entre abierta, un halo de luz salía del dormitorio iluminando el pasillo, por un momento pensé que estaba despierta y apunto estuve de llamarla. Pero luego pensé que se había dejado la televisión puesta y estaría dormida, por lo que callé.

  Me dirigí lentamente hacia el dormitorio, mi objetivo era no hacer ruido para despertarla. Conforme avanzaba oía unos susurros de fondo que no podía identificar, pero yo seguí pensando que era el televisor.

  A tres pasos de la puerta, oí una especie de… no sé en aquel momento lo que podía ser, la sensación era del ronroneo de un gato o algo así. En aquel punto, ya estaba yo muy extrañado, por lo que aumenté mi sigilosidad y cuidadosamente me puse en un ángulo en el que divisaba parte de la  habitación.

  Cuál fué mi sorpresa, al ver a Sofía tumbada sobre la cama con su mejor lencería, parecía estar preparando los preliminares para entrar en la euforia del sexo. Los sonidos que había oído mientras me acercaba, eran los susurros de una película erótica, que  aunque yo no la podía ver desde la posición que estaba, si podía oír a los actores gemir.

  Por un momento me encontré extraño, nunca había actuado como un voyeur, pero la verdad es que no podía moverme ni articular palabra, solo quería mirar. La sensación de observar sin ser visto, cargaba la adrenalina de mi cuerpo descompasadamente.

  Sofía entre abría los ojos, mientras sus fosas nasales no paraban de aletear, su respiración era cada vez más intensa y sonora. Yo perplejo quedé como una estatua de mármol, la quietud en mí era pasmosa.

  Ella hundía la nuca sobre la almohada, mientras se llevaba una de sus manos y la introducía entre su sujetador, acariciando su pecho. Su cuerpo empezaba a tensarse como las cuerdas de una guitarra, en un momento dado liberó sus senos de aquel sujetador tan suntuoso. Eso hizo que yo… aunque seguía inmóvil, no pudiera controlar el apéndice más loco de mi cuerpo.

  Al ver aquellas tetas tan sumamente bien torneadas, mí imaginación voló y aunque la había visto millones de veces desnuda, nada fué como aquella escena. Me excitaba por segundos, mientras ella seguía con su ritual erótico.

  Llevaba unos minutos acariciando sus senos, sus pezones endurecían sin límites, todo en ella estaba poniéndose terso y duro. Sus piernas arqueadas, sus vaivenes a un lado y a otro me estaban matando de placer. Bajó una de sus manos, posando su dedo índice sobre sus bragas de seda en el punto mágico, lo bajaba y subía en línea recta con una precisión milimétrica. Su boca entreabierta, susurraba el lenguaje del placer.

  De repente paró, me llevé un susto de acanto creí que me había descubierto pero no fue así, paro para deshacerse de sus bragas de una forma brusca, le molestaba todo lo que no fuese su cuerpo desnudo. Entonces su danza empezó a embriagarla cada vez más, sus movimientos eran picassianos no tenían sentido, pero contemplarlos erotizaba al más cándido de los ángeles del cielo.

  Empezó con mucha suavidad a acariciarse el clítoris, yo no podía medir los tiempos pero observaba como iba acelerando mientras el cuerpo se le ponía tan rígido que soló apoyaba la nuca y los talones sobre la cama. Mientras Sofía quebrantaba su cuerpo de placer, yo no pude evitar bajar mis bóxer y prender con la mano mi erecto pene.

  Mientras miro como te emancipas en tu sexo mágico y dorado, yo cual adolescente me masturbo refugiándome en la oscura luz del anonimato. Levitas sobre las sábanas blancas, aquelarre endemoniado por la lujuria que te ciega, mientras yo absorto en mi vaivén me ensaño.

  Tus aletas nasales vibran sin control, gorgotea tu garganta un dialecto perturbador, pezones empalmados y clítoris batidor. Yo entre acto, froto sin descanso mi órgano reproductor, mudo tendrá que ser mi orgasmo y no alertador. Pues disfruto sin palancón, viendo a escondidas la exquisita dulzura con la que se corre tu coño precioso y batallador.

  Contemplo como en una maratón, como vas al por el cuarto orgasmo. Y yo perdiendo el control, acelerando hasta la locura, buscando la meta del placer que me espera y cuando estoy a punto de estallar… un simple “argg” me delata.

  Miras hacia mí, me ves desarmándome pero no te desmoronas, al contrario te creces. Me miras con lujuria sin fin, abordas tu cuarto orgasmo de la forma más desmadrada, sin cortes sin pausas.

  Clavas tu mirada en la mía, jadeantes y sincronizados derramamos el más bestial orgasmo que nunca pudimos tener, después de unos segundos aturdidos por tanto placer, me indicas que me tumbe a tu lado y me susurras.

―Qué bonito es el sexo, en cualquiera de sus formatos.

  Yo te replico, con toda confianza y decisión.

―Desde luego amor, ven y mastúrbate de nuevo aquí a mi lado.




Nadavepo.





2 comentarios:

  1. Miles de formas q te hacen arquear el cuerpo y entregarte a la lujuria y el placer.

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  2. Arlequines somos en manos del sexo, gracias Dolors. Un abrazo con cariño.

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