Me hizo tanta ilusión, que no me la quite ni para irme a la cama.
Y tú como siempre tan picara y malvada, la usaste para atarme al cabecero de la cama.
Con tus labios embrujados y tu lengua encantada, bajaste hasta mi vela de cumpleaños para apagar la llama.
Y yo deleitado con el placer que tú me regalabas, no pude nada más que pensar.
¡ Que buen regalo me ha hecho con esta corbata !
Nadavepo.
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