lunes, 29 de septiembre de 2014

Danzar







Y tú ensayabas tus pasos en casa.
Y yo embelesado te contemplaba.
Y tu cuerpo forjado en bronce me excitaba.
Y tu forma de contorsionarte me erizaba.
Y con tus curvas yo babeaba.
Y tú lo sabias, y cada vez que danzabas acabábamos en la cama.
Y aquí te retorcías, mientras yo me arqueaba.
Y allí te girabas, y yo me combulsionaba.
Y ahí como en el lago de los cisnes, tú de placer me matabas.



Nadavepo.


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